'Top Chef': Nueva expulsión, emocionantes reencuentros y platos que no son lo que parecen

Honorato, el concursante más veterano, se convierte en el quinto expulsado del programa tras ‘perder la batalla’ frente a un trampantojo

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‘Tenéis que cocinar el plato que queráis con todos los ingredientes que queráis’. El reto de la ‘Prueba de Fuego’ con la que arrancaba ayer la sexta entrega de ‘Top Chef’ no podía sonar mejor para los participantes. Sin embargo, no las tenían todas consigo. ‘Aquí huele a gato encerrado’, parecían decir sus caras de incredulidad. Y, efectivamente, no iban desencaminados. Y es que, esta vez, la despensa de donde se nutren normalmente a la hora de ‘hacer la compra’ para sus recetas presentaba un aspecto ‘inusualmente brillante’… ¡todos los alimentos estaban envueltos en papel de plata!

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El reto se complicaba: los participantes debían cocinar un plato en 30 minutos con los ingredientes elegidos en esa ‘compra a ciegas’, y además, deberían integrar todos ellos, de un modo u otro, en sus recetas. Así, tras oler, palpar, incluso tratar de ‘escuchar’ los alimentos enmascarados (agitándolos como si fueran sonajeros, por si esto les ofrecía alguna pista), la prueba daba comienzo y con ella, lógicamente, las primeras sorpresas al desenvolver el papel de plata: Carlos, por ejemplo, descubrió que, lo que él creía que era caldo de pollo, resultó ser en realidad una botella de leche; Inés trató de encontrar azúcar, sin embargo el interior del bote ‘escondía’ en realidad harina de maíz.

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Por su parte, Fran, convencido de que había dado con un magnífico apionabo, tuvo que improvisar cuando, sorprendido, observó que lo que había seleccionado era un meloncito redondo, tipo Cantaloup. Un equívoco que, no obstante, supo salvar con grandes dosis de talento y creatividad frente al fogón. Tanto, que su plato (unos ‘Raviolis con melón y caldo de hinojo’) fue, según Chicote, el merecedor de ganar la prueba, otorgando a su creador el codiciado brazalete de la inmunidad.

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Para la segunda prueba, la grupal, el equipo salió una vez más de los platós de ‘Top Chef’. El destino en esta ocasión: ‘El Cigarral de las Mercedes’, una finca ubicada en Toledo que cuenta con un hotel y un restaurante en un magnífico y lujoso espacio. Al igual que ocurriera en otros programas, fue el azar de los cuchillos el que decidió quiénes integrarían cada uno de los dos grupos en competición. Así, el equipo gris estaría compuesto por Carlos, Víctor, Marta, y Peña, mientras que en el naranja trabajarían Honorato, David, Inés y Marc. Como ganador de la inmunidad de la prueba anterior, Fran tuvo el privilegio de decidir en qué grupo prefería cocinar (siendo el gris su elección) y, además, sería el encargado de nombrar a los respetivos capitanes.

Y de nuevo… ¡lo impredecible! Esos capitanes tendrían que ser elegidos de entre los ex concursantes de la edición pasada de ‘Top Chef’, que de pronto aparecieron en la finca toledana. Momento de reencuentros, risas, recuerdos… Pero había que trabajar: de modo que Fran decidió que Javier Estévez (el año pasado se quedó a las puertas de la semifinal) sería quien les dirigiera. Como capitán del equipo naranja Fran eligió a Jesús Almagro, otro de los concursantes más fuertes de la edición pasada. Para muchos fue una sorpresa que no tratara de debilitar al equipo contrario optando por un jefe algo menos potente (¡sí, muchos esperaban que fuera la irrepetible Bárbara la escogida!). Pero Fran lo tenía claro: ‘Me apetecía ganar a Jesús en una prueba, es un gran chef’, decía. ‘¿Si no tuvieras ese brazalete de inmunidad, estás seguro de que habrías elegido del mismo modo?’, le replicaba el miembro del jurado, Yayo Daporta, con no poca sorna…

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Formados los equipos era ya tiempo de conocer cuál sería su cometido: cada grupo tenía que elaborar dos platos, uno salado y uno dulce, con el queso como ingrediente protagonista. Resultaba complicado decantarse por las más de 25 deliciosas variedades, pertenecientes a las distintas Denominaciones de Origen españolas, con las que contaban para la ocasión en las cocinas de ‘El Cigarral de las Mercedes’. Pero sólo disponían de 60 minutos para impresionar a los jueces de la prueba (que esta vez serían los concursantes de la primera edición del programa), así que pronto se pusieron en marcha. Y salvo pequeños roces y anécdotas (Carlos, por ejemplo, se quejaba de que Almagro le infravalorara, encomendándole tareas ‘menores’, etc), las cosas funcionaron con bastante ‘orden y concierto’.

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De hecho, los halagos al trabajo realizado no tardaron en llegar: ‘Es espectacular’, ‘Una gran idea de plato’… fueron algunas de la críticas relativas a la receta salada del equipo gris; unos ñoquis de queso con crujiente de pan. También la receta del equipo naranja pareció gustar: ‘Es un plato redondo’, decía Miguel Cobo (finalista de la edición pasada), ‘Estéticamente me ha encantado’, decía Hung Fai (otro de los ex concursantes con más carisma) en relación a la ‘Cuajada de queso Idiazabal, cebolleta, tomates Kumato y setas de San Jorge’ que acababan de degustar.

Así las cosas, parecía que sería el postre el que inclinaría la balanza hacia un lado u otro. Finalmente, el ‘cremoso de manchego, tierra de piñones, gelatina de miel y uvas’ preparado por el equipo gris superó al ‘Quesó Mató con coulis de frambuesa e higos’ elaborado por el equipo naranja. ¿Consecuencia? Los integrantes de éste último no tendrían más remedio que enfrentarse en la tercera la prueba, la de ‘la última oportunidad’. Ésa cuyo resultado, haría decir adiós para siempre al concurso a alguno de los cuatro participantes: Honorato, David, Marc e Inés.

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Para su desarrollo, el programa quiso contar con Begoña Rodrigo, ganadora de la edición pasada de ‘Top Chef’. La cocinera, que no había estado presente en la prueba grupal, hizo entrada en el plató muy nerviosa y emocionada. ‘¡Nunca imaginé estar aquí, tengo un nudo en el estómago, pero al mismo tiempo estoy muy contenta!’, aseguraba Rodrigo que, desde que ganara el año pasado, no ha parado de recibir visitas y solicitudes de reserva en su restaurante valenciano ‘La Salita’.

La cocinera propuso a los concursantes hacer un brindis por el reencuentro. Sin embargo, ¡nueva sorpresa!: el cava que parecía encerrar las copas tenía en realidad el sabor de un rico gazpacho tradicional. Divertido ‘juego’ y preludio de lo que tendrían que hacer los concursantes en esa prueba final, esto es, la elaboración de un trampantojo, o lo que es lo mismo, ‘ese plato con que el engañas el ojo del comensal, haciéndole creer que va a comer algo que parece una cosa y termina siendo otra’, en palabras de Chicote.

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Un reto complicado que terminó con resultados desiguales. David, por ejemplo, bordó el reto presentando un magnífico postre que en realidad tenía aspecto de un aperitivo típicamente catalán: ‘Pan, tomate y fuet’. El pan era en realidad un bizcocho, el fuet (¡realmente conseguido!) era un cilindro elaborado con chocolate blanco y almendra, mientras que el tomate estaba compuesto por queso tipo Philadelphia, enfriado con nitrógeno líquido y ‘tintado’ con la infusión de unos frutos rojos. ‘Un plato de diez’, tal y como lo definió el jurado, encargado de probar en una cata a ciegas las propuestas de los concursantes (esto es, sin saber quién había elaborado qué). ‘Estoy realmente impresionado’, decía Yayo. ‘¡Qué chulo!’, apuntaba, sorprendida, Susi.

Muchos menos elogios despertó el plato de Marc, ‘Pimientos y sardinas’ que, no obstante, consiguió salvarse por el ‘juego de disfraces presentado en el plato’. En realidad su receta no era un trampantojo; en estos no deben incluirse los ingredientes que visualmente simulan ser, algo que el catalán sí hizo. Pero lo hizo ‘cambiando las camisas a los elementos’, como dijo Susi. Juego que, sin ser lo que se les había pedido, le sirvió para no ser eliminado.

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Sólo quedaban Inés y Honorato. Ambos tuvieron muchísimos problemas durante el desarrollo de la prueba. ‘Estoy nervioso, preocupado. Sé que lo tengo muy difícil. Es el primer trampantojo que hago en mi vida’, decía el veterano del concurso, que trató de presentar un plato donde el elemento principal, un calamar, debía tener aspecto de zanahoria. La cosa se quedó sólo en buenas intenciones…

Tampoco Inés brilló en la prueba. Trató de presentar un postre con aspecto de sushi japonés. Las cosas no se le dieron bien… Además, cometió el error de copiar la idea presentada el año pasado por el concursante Antonio Arrabal (un logrado tataky de atún que, en realidad, había sido preparado con sandía).

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Aún así, la gallega consiguió salvarse ‘sólo porque había un plato que era aún peor que el suyo’, según Chicote. De modo que el ‘yayo’ del programa, tal y como llamaban cariñosamente a Honorato sus compañeros, no tuvo más remedio que recoger sus cuchillos y marcharse, convirtiéndose en el quinto expulsado. ‘Pienso que es mi momento para irme. Creo que no voy a decepcionar a nadie con mi salida’, aseguraba el mallorquín, quien fue despedido entre aplausos y abrazos. ‘Voy a intentar hacerme una camiseta con tu nombre y tu cara para llevarla por la calle’, le decía el siempre ocurrente Carlos. Y lo cierto es que viniendo de él… ¡otra cosa sería más difícil!