'Top Chef': guerra de restaurantes y una nueva expulsión en un programa 'a todo color'

La cocinera Rebeca Hernández, al frente del restaurante madrileño ‘La Berenjena’, se convierte en la cuarta expulsada del 'talent show'

Por

La quinta entrega de ‘Top Chef’ arrancaba anoche con una novedad importante: a diferencia de programas anteriores, en esta ocasión, sólo habría dos pruebas en lugar de las tres habituales. Pero es que la primera de ellas… ¡valía por muchas en realidad! Hablamos de la durísima ‘Guerra de restaurantes’ que obligaba a los concursantes, divididos en dos equipos, a dirigir un restaurante real, durante un servicio real, y para comensales reales.

VER GALERÍA

‘Aquí se valorará todo’, decía Chicote, ‘desde la cocina, hasta la puesta en escena y el trabajo en sala’. Fueron precisamente los miembros del jurado los que decidieron quiénes serían los capitales de cada equipo: Peña y Honorato. Ambos eligieron con qué compañeros querían trabajar. Sin embargo, como ‘las cosas no son siempre tan fáciles como parece y no siempre trabajamos con los equipos soñados’, según proseguía Chicote, ambos capitanes se vieron obligados a dirigir al equipo contrario al elegido inicialmente. Primer contratiempo y momento de adaptarse a la nueva situación.

El azar fue quien decidió en qué restaurante trabajaría cada equipo. Así, al naranja (formado por su capitán, Peña, y Fran, David, Inés y Marta) les tocó el complicado reto de servir un comida en el célebre restaurante madrileño ‘El Club Allard’. Un establecimiento de cocina de vanguardia, premiado con dos estrellas Michelin, cuyos fogones dirigió durante muchos años el chef Diego Guerro (ahora cuenta con local propio, DSTAgE) y que actualmente tiene como jefa de cocina a María Marte.
Por su parte, al equipo gris, capitaneado por Honorato e integrado por Víctor, Carlos, Marc y Rebeca, le tocó hacerse con los mandos de un restaurante ubicado en las 'antípodas culinarias': 'El Cenador de Salvador', otro local muy reputado dentro del panorama ‘gastro’ de Madrid, pero cuya cocina resulta más clásica, más cerca de la tradición que de la creatividad.

VER GALERÍA

Así que tocaba hacer la compra: sólo 20 minutos para comprar todos los ingredientes del menú que diseñarían y, además, hacerlo sin que el ticket sobrepasara los 750 euros. 3, 2, 1… ¡tiempo! Los pasillos del mercado se convirtieron prácticamente en una pista de atletismo, los ‘sprints’ se sucedían en los pasillos… ‘Hacía tiempo que no corría tanto’, decía, entre risas, David (concursante que, en la entrega anterior, había cosechado los halagos del jurado).

Una vez hecha la compra, llegó el momento de cocinar. Primero fue el turno del equipo naranja. Los comensales comenzaron a llegar al elegante y señorial comedor de El Club Allard. Las cosas en la cocina no habían sido fáciles… La elección del menú, sobre papel, no pintaba mal (‘Foie, jugo de tomate y cerezas’; ‘Vieira con panceta ibérica’, ‘Sardinas marinadas con soja y naranja’, ‘Lomo de ciervo con senderuelas’ y de postre, ‘Roca de melocotón con crumble de galleta’). Sin embargo, tal vez se trataba de sabores ‘poco sorprendentes’ para un restaurante donde el diseño y las técnicas de vanguardia son señas de identidad.

VER GALERÍA

Además, al comedor habían llegado también unos clientes muy ‘especiales’. Sus propios compañeros del equipo contrario (y rivales en la prueba), que, aunque en líneas generales fueron bastante condescendientes en la valoración del menú, también tuvieron apuntes críticos. Así por ejemplo, el siempre controvertido Carlos se descolgó con frases, ya marca de la casa, del tipo: ‘El plato de sardinas está muy bueno, pero tiene de creativo lo que yo de astrofísico’. No obstante, salvo algún que otro incidente, el equipo naranja, supo ‘salvar los platos’.

VER GALERÍA

Era el turno del equipo gris. Una vez llegaron a ‘El Cenador de Salvador’, Honorato quiso mostrar pronto sus dotes de mando y experiencia profesional al frente de grandes grupos de trabajo. Sin embargo, el caos no tardó en reinar en las cocinas. Rebeca se sintió poco arropada y mal dirigida: ‘Yo conozco la cocina de Salvador y no me han escuchado a la hora de decidir el menú’. Su apuesta, en principio, tampoco pintaba mal para el tipo de restaurante en el que estaban (menestra de verduras su propio caldo; foie micuit con manzana caramelizada; merluza con emulsión de gambas; paletilla de cordero con patatas panadera…). Pero las cosas no fluían detrás del fogón: : ‘Esto es una auténtica pesadilla en la cocina’ decía Carlos. Y añadía, ‘Hay una falta total de organización. Es un desastre, todo está saliendo mal, no hemos estado bien dirigidos’, se quejaba el concursante valenciano que, por primera vez, tuvo unas palabras de elogio hacia su ‘eterno rival’, Marc. Éste último era el encargado de dirigir la sala y, al ver que el tiempo se echaba encima, salió del paso, recibiendo a los comensales con un aperitivo improvisado a base de mantequilla y pan, para ganar minutos. ‘Marc ha sido súper inteligente en sala con el tema de la mantequilla. Nos ha dado el tiempo que nos hacía falta a Víctor y a mí para terminar’.

VER GALERÍA

Víctor fue precisamente el autor de la receta más aclamada de la comida: un delicioso postre a base de chocolate y crujiente de toffe. Tal fue su éxito que incluso hubo quienes pidieron repetir. No obstante, no fue suficiente para que el equipo gris se hiciera con la victoria en este ‘Reto del demonio’, tal y como había definido Chicote al principio esta ‘Guerra de Restaurantes’. Él y sus compañeros de jurado, Susi Díaz y Yayo Daporta, tenían claro que el ganador debía ser el equipo naranja. ¿Consecuencia?: los integrantes del grupo contrario pasaban directamente a la última prueba, la de ‘la última oportunidad’. Un reto que, esta vez, llenaría de color el plató de 'Top Chef'.

VER GALERÍA

Para el desarrollo de dicha prueba, el programa contó con un invitado de excepción: el chef Paco Pérez, poseedor de cinco estrellas Michelin y artífice de una de las cocinas de vanguardia más interesantes del panorama nacional. Pérez dirigió a los finalistas en un reto tan complicado como sugerente: deberían cocinar un plato monocromático, esto es, utilizando para su elaboración ingredientes de un mismo color.

Una vez más fue el ‘azar’ de los cuchillos el que decidió con qué color trabajaría cada concursante: el amarillo para Rebeca, el morado para Marc, el verde para Carlos, el rojo para Honorato y el marrón para Víctor. Éste último parecía, de largo, el color más complicado a la hora de presentar un plato ya no sólo rico, sino ‘estético’. ¿A quién le tocará 'el marrón' del color marrón?, se preguntaba Chicote… Sin embargo, contra todo pronóstico, fue finalmente el plato más alabado por el jurado (encargado de valorar las recetas presentadas en una cata a ciegas). Su ‘Degradado de marrones’, con ingredientes como setas y cuscús, dio a Víctor el pase directo a la salvación. También el ‘Ravioli de remolacha, fruta y verdura’ diseñado por Marc en tonos morados cosechó el aplauso del jurado.

VER GALERÍA

El siguiente en salvarse fue el Carlos, aunque lo hizo por muy poco. Y es que su plato elaborado en tonos vedes (guisantes, tirabeques…) recordaba mucho a un plato que el valenciano había presentado en un programa anterior. ‘Si se repite algo, es para mejorarlo’, decía Susi. Y Chicote apostillaba, ‘Me da mucha rabia que alguien venga a 'Top Chef' a repetir cosas. Buscamos que nos sorprendáis. Aún así tu plato está por encima de los otros otros’.

De modo que sólo quedaban Honorato y Rebeca. ‘Es difícil decidir cuál es peor’, aseguraban desde la mesa del jurado. Pero, efectivamente, era necesario optar por uno u otro. Y en esa ‘carrera’, fue Rebeca la peor parada. El color amarillo predominante en su plato no le dio mucha suerte. Su receta, presentada en una ración demasiado escasa y con un pedazo de pollo muy crudo en su interior, hizo que se viera obligada a ‘recoger sus cuchillos’ y abandonar el programa.

VER GALERÍA

‘Me hubiera gustado mucho plasmar cómo cocino, porque creo que no se ha visto’, se lamentaba la concursante al conocer que sería ella la expulsada. Aún así se mostró contenta tras su paso por el ‘talent show’: ‘Estar aquí es un éxito y me voy con el aprendizaje. La experiencia ha sido bonita y he conocido gente a estupenda. Espero que quien gane sea, además de buen cocinero, buena persona y buen compañero’, aseguraba la cocinera madrileña que, la próxima semana, no tendrá ya ocasión de compartir sartenes y pucheros con los ‘singulares’ cocineros que visitarán ‘Top Chef’: los concursantes de la primera edición del programa. Un cóctel… ¿quizá demasiado explosivo? ¡Te lo contaremos!