¿Cómo puedo incluir la cúrcuma en mi dieta?

En polvo concentrado, en píldoras, en infusión... hay distintas maneras de ingerir esta saludable especia procedente de la India

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La cúrcuma ha experimentado en los últimos años un 'boom' comercial y eso ha provocado que la podamos encontrar en el mercado de varias formas, como en polvo o cápsulas. Dependiendo de qué busquemos con nuestro consumo de esta especia, elegiremos una u otra forma para prepararla. Sea como sea, como norma general, no se recomienda ingerir en nuestra dieta diaria más de una cucharadita de postre.

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Volviendo a los orígenes: cúrcuma como especia

No podemos olvidar que originalmente la cúrcuma se ha empleado como colorante alimentario. Por ello, la forma más natural de tomarla es incorporarla en nuestras comidas día a día. En arroces, pastas, purés o sopas, entre otros, siempre se puede incorporar al final de la cocción. También podemos emplearla a la hora de cocinar salsas o aderezos para ensaladas, carnes, pescados, etc.

Existe incluso la posibilidad de añadir un poco de cúrcuma en polvo a nuestro vaso de zumo de naranja del desayuno o de elaborar nuestra propia leche de cúrcuma. Realmente las posibilidades son muchas y muy variadas, y depende de nuestra creatividad incorporar esta especia en un número creciente de platos.

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Si nos acostumbramos a incluir la cúrcuma en nuestras comidas (siempre controlando las cantidades), podremos beneficiarnos progresivamente de sus propiedades antioxidantes, por ejemplo, o de su capacidad de fortalecer nuestro sistema inmunitario.

Cúrcuma en infusión: combate el dolor

Desde el punto de vista de la alimentación, en el caso de que padezcas un dolor muscular o articular puntual y no muy intenso (en ese caso, lo que hay que hacer siempre es acudir a un médico), puede optarse por preparar un té de cúrcuma para aliviarlo y así prescindir de otros antiinflamatorios como el ibuprofeno.

Últimamente, se está investigando sobre los efectos antiinflamatorios de esta especia, que la convertirían en una opción válida para tratar dolores musculares o articulares leves y puntuales en sustitución de otros analgésicos como el Ibuprofeno que, tomado en exceso, puede acarrear una serie de efectos secundarios.

No obstante, advertimos que, ante dolores crónicos e intensos, no se debe confiar en la opinión y diagnóstico de nadie más que los de un médico, al que se le puede consultar si podemos complementar nuestro tratamiento con cúrcuma. Por ello, si se padece alguna enfermedad, si se está embarazada o en período de lactancia, es imprescindible pasar por consulta antes de tratarnos por nosotros mismos.

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Para elaborar la infusión, necesitaríamos dos cucharadas de raíz de cúrcuma rallada o, si se prefiere, una cucharadita de cúrcuma en polvo. Además: un litro de agua y, para añadir más sabor, miel y limón. Cuando hierva en agua, se echa la cúrcuma y dejamos que siga hirviendo, durante 20 minutos si utilizamos la raíz rallada o 10 minutos si optamos por el polvo. Finalmente, se filtra y se añade el limón y la miel al gusto.

Cúrcuma en cápsulas: con cuidado

Hoy en día, ya existen en el mercado las cápsulas de cúrcuma, con o sin otros componentes como la pimienta, y que se presentan como suplementos alimentarios. En este caso, recomendamos no tomarlas por nuestra cuenta y riesgo, sino acudir previamente a nuestro nutricionista o médico de cabecera para que nos informe mejor sobre las dosis y los posibles efectos secundarios que puede acarrear su consumo.

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