Raquel Sánchez Silva ha regresado ya de Honduras, país en el que se grabó la última edición del programa Supervivientes, y ha vuelto a reencontrarse con sus amigos tras los meses que ha pasado fuera de España. Se la pudo ver así ayudando a uno de ellos a mover algunos muebles, unos días antes de que se ponga a la venta su primer libro, Mañana a las seis, con el que debutará en el mundo editorial.
Sin duda, sus amigos y familia serán su mejor apoyo en estos momentos, que son un tanto agridulces para la presentadora. El pasado 30 de mayo se cumplió un año de la muerte de su marido Mario Biondo, al que conoció precisamente durante la grabación de Supervivientes en 2011 y con el que se casó en 2012 en Taormina, Sicilia. Unos recuerdos a los que ya tuvo que enfrentarse durante la grabación del programa que acaba de finalizar y que tendrá presentes de nuevo, dado que tendrá que declarar otra vez (se prevé que sea la semana que viene), en esta ocasión ante la justicia italiana (la declaración será en Madrid), que reabrió el caso del fallecimiento de Biondo a petición de la familia de este.
Las relaciones entre Raquel y la familia de su marido se empañaron tras la muerte del cámara. Durante meses, la presentadora ignoró las públicas ofensas por su parte de los Biondo, que la acusaban de ocultar la realidad de la muerte de su marido y hablaban de teorías conspiratorias. Tras la reapertura del caso, la situación se volvió si cabe aún más tensa, tras las visitas que hicieron los padres de Mario a Madrid. En el mes de abril, tal y como informó la revista ¡HOLA!, se supo que Raquel había denunciado a la familia de Mario por acoso, después de querer irrumpir en su antigua casa (la residencia que habitaba junto a Mario y que la presentadora abandonó tras el fallecimiento), en la casa de su madre e incluso en la de su asistenta.
