La diosa, de nombre Norma Jean, pero más conocida por Marilyn Monroe, murió la noche del 4 al 5 de agosto de 1962. Lo hizo sola y en circunstancias propicias para crear un polvorín de leyendas que magnificaran, aún más, su triste, pero bella, silueta recorriendo el celuloide. Aquel verano, definitivamente rota su relación con el dramaturgo Arthur Miller, Marilyn rodaba un filme y aparecía más bella que nunca nadando, de orilla a orilla, en una piscina de la Fox. Hace cuarenta años del braceo de la sirena y, sin embargo, nadie, nadie, ha podido olvidar una mujer que combinó en su mirada unos toques de picardía con la más profunda de las soledades.
Les invitamos a adentrarse, en un recorrido de cuarenta instantes, en los aspectos más desconocidos de Marilyn Monroe. Porque a pesar de todo lo escrito, aún queda mucho por descubrir. Por algo es una diosa...