Metida de lleno en el mundo del vino gracias a su papel en la serie de televisión Gran Reserva, que prepara su segunda temporada, Paula Echevarría se convirtió en la mejor embajadora de la nueva etiqueta de la bodega Marqués de Cáceres diseñada por el modisto Paco Rabanne. La artista comentó que, aunque no bebe vino, sí que se siente muy cerca de este sector gracias a su trabajo. “Estoy haciendo una serie relacionada con el mundo del vino, sí que me siento identificada con él” comentó.
Precisamente está volcada de nuevo en el rodaje, un proyecto que le ilusiona. “La primera temporada fue muchísimo mejor de lo que podíamos imaginarnos, fue la revelación absoluta. Estamos con ganas de que vuelva a empezar”. Aunque ahora sus esfuerzos se centran en la pequeña pantalla, tiene también en la agenda una película. “Cuando termine la serie hay una película que me está esperando y nos iremos a rodar mes o mes y medio fuera de Madrid”.
Lo peor de tener que viajar por motivos de trabajo es que tiene que dejar a su pequeña Daniela en casa, un inconveniente el de la distancia que soluciona gracias a la tecnología. “Llevo bien la distancia, porque con la serie me voy a La Rioja cada mes una semana, esos días sí te cuestan. Pero está la videollamada en el móvil, ordenador, web cam…, tenemos toda la tecnología del mundo” asegura con su simpatía habitual.
Su niña tiene ya dos años y a ella, como a toda madre orgullosa, se le nota el cariño cuando habla. “Daniela está grande, guapa, lista, ha espabilado muchísimo. Es una niña muy feliz”. Mientras ella no está, la pequeña se queda con su padre, el cantante David Bustamante, con el que Paula lleva casada cuatro años. El secreto para que su matrimonio funcione es, según la artista, el amor. “Somos una pareja normal, la clave está en quererse, tenerse respeto y que te gusten las mismas cosas. Nos gusta estar tranquilitos en casa, con amigos o familia”.
