Apareció en el Shrine Auditorium custodiado por los agentes del FBI que le protegían de una supuesta amenaza de secuestro. Serio, vestido de Armani con un pequeño lazo de cuero al más puro estilo country que hacía las veces de pajarita y una medalla en la solapa de la chaqueta, Russell Crowe, como el mismismo Julio César, llegó, vio y venció. Aunque a él pareció pillarle desprevenido, escuchar a Hillary Swank, la ganadora del Oscar el año pasado por Boys don’t cry, encumbrarle como mejor actor del 2000 no sorprendió.
Todos los pronósticos le apuntaban y, aunque luchaba en popularidad con Tom Hanks, uno de los actores más queridos, en el aire flotaba la idea de que la Academia debía resarcirle dela ignorancia a la que fue sometido el año anterior cuando fue nominado por El dilema.
Un rápido beso a su ex novia, Danielle Spencer, de la que se publicó un amplio reportaje en ¡HOLA! hace dos semanas, le sirvió de impulso hacia el escenario de la gloria. Sólo entonces fue capaz de romper la rigidez de su personal protocolo y pronunció algunas palabras de agradecimiento ante un auditorio y millones de espectadores ávidos de escuchar las palabras del gladiador.
Russell Crowe tuvo palabras de agradecimiento para el equipo de la película y recordó, entre otras personas a su tío, fallecido hace algunos meses. El actor tuvo mención especial para su abuelo, del que dijo fue cineasta.
Stan Weymss fue un arriesgado cámara que ganó una medalla, una ‘MB’, por el coraje demostrado al capturar con su objetivo los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Escocia, Stan Weymss fue cámara con el National Film Unit y siguió a las tropas aliadas en primera línea de combate por gran parte del mundo, incluyendo Trípoli y Singapur.
Russell Crowe no sólo tuvo palabras de cariño, sino que demostró su admiración hacia él mostrando con orgullo el galardón que en su día recibiera su abuelo como reconocimiento a su coraje.
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