Ocho errores que una dermatóloga nunca cometería al cuidar su piel

Una experta nos explica los hábitos que ella misma evita para mantener su rostro más joven y luminoso

Por hola.com

Son especialistas en cuidar de nuestra piel y, por eso, apuntamos sus recomendaciones y seguimos sus consejos sin dudarlo, confiando con fe ciega en su criterio. Pero, ¿te has planteado alguna vez cuáles son los errores que nunca cometería un dermatólogo a la hora de cuidar su propia piel? Si hay determinados hábitos que los expertos no ponen en práctica en ellos mismos, está claro que nosotras también deberíamos evitarlos. La doctora Lidia Maroñas, dermatóloga de Clínica Dermatológica Internacional, nos resume en ocho esas costumbres que ella nunca seguiría.

1. No desmaquillarse antes de dormir

Es el error número uno. Un experto en cuidado de la piel nunca se iría a la cama sin realizar una limpieza de su piel. Durante el día, la piel se ensucia, acumula secreciones y es sometida a agresiones externas como la radiación solar o la polución. Además, gran parte de los procesos de reparación celular ocurren durante las horas de descanso nocturno. Por ello, es fundamental la limpieza facial antes de irse a la cama así como aplicar sérums o cremas que contengan principios activos que potencien la renovación celular, como el retinol o el ácido glicólico.

2. Exfoliarse en exceso de forma agresiva

Exfoliarse nos ayuda a eliminar las células dañadas o envejecidas de la capa más superficial de la piel, favoreciendo así la renovación epidérmica y la absorción de los ingredientes activos presentes en los tratamientos cosméticos. En opinión de la doctora Maroñas es un hábito excelente... siempre que se realice de forma controlada: de 1 a 3 veces por semana, según el tipo de piel y con productos suaves que no irriten ni sean abrasivos para la piel.

3. Utilizar la última “crema milagrosa antiarrugas” sin asesoramiento

El éxito del tratamiento cosmético viene determinado por un buen diagnóstico previo (según la edad, el tipo de piel, las enfermedades dermatológicas, etc.), una adecuada indicación del problema a corregir y una correcta selección de ingredientes activos que sean eficaces. Es fundamental que la compra de cosméticos esté asesorada por médicos especializados ya que la piel de cada persona es y reacciona de forma diferente y, por tanto, no todas las cremas sirven para todo ni para todos. La dermatóloga insiste en que a pesar de los grandes avances en biotecnología cosmética, el efecto antiarrugas de los productos cosméticos es limitado. El único cosmético antiaging que ha demostrado mejorar ligeramente las arrugas a día de hoy es el ácido retinoico y sus derivados (retinol), un producto que llevamos utilizando durante más de tres décadas.

4. Aplicar fotoprotector únicamente en verano

Tenemos el concepto erróneo de que nuestra piel sólo sufre los efectos dañinos del sol durante los meses de verano, abrimos el fotoprotector cuando vamos a la playa y a continuación lo dejamos olvidado, muchas veces, hasta las siguientes vacaciones. Sin embargo, todos los días del año, la piel de zonas expuestas como la cara, el cuello, el escote o el dorso de las mano recibe luz solar y esto de forma crónica favorece la aparición de manchas, arrugas, fotoenvejecimiento y cáncer cutáneo. 

5. No protegerse del sol al practicar deporte al aire libre

Durante la práctica de deporte al aire libre podemos pasar incluso varias horas expuestos al sol sin darnos cuenta. Es fundamental tomar medidas físicas (como utilizar gorra, gafas con filtro UV, ropa cómoda, etc) y utilizar productos solares que nos protejan y a la vez sean cómodos de aplicar para renovarlos frecuentemente como, por ejemplo, un spray, geles oil-free o cremas “toque seco” con filtros frente a UVB-UVA.

6. Enjabonarse demasiado o lavarse con excesiva frecuencia las manos

La piel tiene una cobertura externa lipídica que actúa protegiéndonos y evitando la pérdida transepidérmica de agua. Frotar insistentemente la piel con agua y jabón puede resultar agresivo al disminuir esa barrera natural grasa. Especialmente en el caso de las personas con sequedad cutánea o dermatitis atópica, es preferible utilizar jabones poco agresivos y limitar su aplicación a las zonas “imprescindibles” (axilas, ingles y zona íntima).

7. Manipular los granitos

Probablemente todos en alguna ocasión hemos sentido esa irremediable sensación de tener que “explotar” o “pellizcarse” ese granito con punta blanca que nos ha salido justo en medio de la frente… La doctora de Clínica Dermatológica Internacional apunta que el problema es que aumentamos la inflamación en las zonas más profundas  de la piel (dermis) y, con ello, el riesgo de que nos queden marcas o cicatrices antiestéticas. En estos casos, es preferible realizar una exfoliación suave y aplicar un producto local secante que acelere su curación. Y un extra: si además lleva color nos va a servir para disimular la lesión.

8. Vivir estresada

La piel es el reflejo de nuestro estado físico, mental y emocional. Es imprescindible llevar una alimentación equilibrada sana, beber 1,5 litros de agua al día, practicar deporte con regularidad y dedicarnos tiempo a nosotros mismos para desconectar y liberar la mente de los pequeños factores estresantes del día a día.