Los (malos) hábitos que manchan los dientes. Más alla del tono dental que tengamos por naturaleza, existen determinados alimentos que pueden manchar el esmalte e ir oscureciéndolo. En el "top ten" de los enemigos de la blancura se encuentra el tabaco (malo, malo, ¡malísimo! también para esto), el té, el vino tinto, los refrescos de cola y especias como el azafrán o la curcuma, que tiñen el arroz de la paella tanto como sus dientes. Por supuesto, no hay nada como cepillarse los dientes a fondo tras cada comida (no descarte el uso de un cepillo eléctrico, más eficaz que cualquier mano), pero a menudo no basta con eso, especialmente en el caso de los fumadores. Para contrarrestar la acción oscurecedora de estos agentes están las pastas de dientes blanqueadoras, que ayudan a devolver esa luminosidad perdida.
Blanqueamientos progresivos. Como explica el dr. Ignacio Renedo, en odontologia se puede diferenciar entre los blanqueamientos que se realizan en un 90% en casa y en un 10 % en consulta y entre aquellos que, al contrario, se hacen en un 90% en consulta y el resto entre las propias cuatro paredes. ¿Cuál es la diferencia? El agente blanqueador de los dientes es el peróxido de hidrógeno, extraordinariamente agresivo con los tejidos blandos, como encías o lengua. Por eso, cuando se usa en casa se hace en forma de peróxido de carbamida, que se transforma en peróxido de hidrógeno bajo la acción del calor del cuerpo. Como explica el dr. Morillo, de la Clínica Rosales de Madrid, los llamados blanqueamientos progresivos se realizan noche a noche con la ayuda de una férula o molde de silicona que se coloca sobre los dientes, manteniéndose así toda la noche. La temperatura del organismo lo activa y, gradualmente, se consigue el aclaramiento dental. A los cinco días se observa un resultado notable, que se hace más evidente con el paso de los días.
Que la fuerza (del láser) te acompañe. Como comentamos, ni encías ni lengua son capaces de soportar el peróxido de hidrógeno, por lo que éste sólo se usa en consulta odontológica, tal y como aclara el dr. Ignacio Renedo, especialista en blanqueamiento por láser. "Necesitamos proteger antes todos los tejidos cuidadosamente, y después, se activa el agente blanqueante con la ayuda de un calor muy intenso, generalmente procedente de un láser o de lámparas de xenon o de plasma. Son los también conocidos como "blanqueamientos por láser", que consiguen aclarar los dientes notablemente en una sola sesión. Generalmente, basta con una, pero en casos de dientes muy tintados, pueden necesitarse retoques". Exige tomar alimentos que no manchen durante los dos días siguientes al tratamiento. En los dos tipos de blanqueamiento se nota una sensibilización de los dientes, que puede oscilar desde una simple molestia hasta auténtico dolor. Este se combate usando dentífricos específicos para dientes sensibles o la aplicación de flúor concentrado con ayuda de la férula, que sirve también para retoques posteriores. Basta con dormir una o dos noches con la férula y el blanqueador para devolverle a los dientes la luminosidad que pierde con el paso del tiempo.
Los dientes más oscuros, caso aparte. Sin duda, las personas que más sufren a causa del color de su sonrisa son quienes los tienen tintados por la acción de determinados antiobióticos, como la tetraciclina, que les da un color gris - azulado muy poco favorecedor. Hemos de advertir que en estos casos, el blanqueamiento no siempre ofrece resultados satisfactorios, pues, si bien consigue aclarar su tono, rara vez llega a eliminar las manchas. En casos graves, ha de recurrirse al sistema de carillas o de facetas, por el que se cubre la cara delantera de los dientes con una finísima capa de resina o de porcelana para así tapar su color grisáceo. A menudo se necesita incluso un blanqueamiento anterior, pues, como explica el dr. Renedo, "si la mancha está a gran profundidad y es muy notable, el color del fondo se podría transparentar a través de la carilla, por lo que se requiere mejorar antes su aspecto".
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