Cinco errores muy frecuentes cuando se quiere perder peso en verano

Hay varios hábitos que se siguen con la idea de conseguir más rápido un vientre plano y, sin embargo, pueden crear efecto rebote

Las vacaciones de verano son una de las épocas del año que más hacen peligrar la fuerza de voluntad en lo que a alimentación sana se refiere. Además, es el momento en el que se llevan a la práctica los peores hábitos para intentar contrarrestar la subida de peso y, algunas veces, estos trucos se convierten en los errores que provocan que se cojan esos temidos kilos de más. Los más comunes, cada uno desacreditado por un estudio científico que advierte del efecto contraproducente de, por ejemplo, basar la dieta veraniega en frutas y verduras con intención de conseguir un vientre plano o prevenir la celulitis. Estas son las costumbres que se deben evitar durante la temporada estival.

 

-Sigue los trucos con los que conseguir un vientre más plano 

1. Saltarse el desayuno

Los madrugones dan paso a los despertares sin alarma en los que las horas de sueño se alargan considerablemente. El lado malo de este tiempo de descanso extra es que muchas deciden saltarse el desayuno para ahorrarse las calorías de más y pasar directamente a la comida. Un estudio del CNIC – Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares – concluye que olvidarse de la primera comida del día revoluciona el reloj biológico y provoca que se llegue al almuerzo con más hambre lo que multiplica el número de calorías que se ingieren. 

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2. Beber alcohol sin haber comido antes

El verano es temporada de terrazas y de disfrutar de más tiempo libre para hacer vida social y las bebidas espirituosas suelen formar (casi) siempre parte de la ecuación. Que el alcohol engorda es un hecho universalmente conocido y según un estudio publicado en el American Journal of Preventive Medicine, los jóvenes que consumen alcohol de forma habitual tienen más probabilidades de padecer obesidad con el paso de los años. Pero además, una de las trampas del consumo de este líquido es que intensifica la sensación de apetito, por lo que tomarlo sin haber comido nada antes aumentará el descontrol posterior en el consumo de calorías.

3. Tomar la fruta en zumos o batidos

La fruta preferiblemente debe consumirse por piezas, no solo porque influye en el apetito (beberse un zumo no aumenta la sensación de saciedad porque no masticamos), también porque cuando la licuamos aumentan los azúcares libres y de rápida absorción lo que favorece los picos de insulina. Además, tomarla en zumo supone un aumento de las calorías. Así nos lo explicaba Marina Rulló, directora de los centros estéticos RAME: "El líquido que obtenemos al exprimir el zumo es en menor cantidad, por lo que por norma general consumimos más cantidad y aumentamos el aporte calórico a la vez que disminuimos nutrientes".

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4. Olvidarse de las proteínas

Hace calor, humedad y el cuerpo pide ensaladas ligeras o frutas frescas con alto contenido en agua… como consecuencia, las proteínas quedan relegadas a un segundo plano. Sin embargo, la EFSA  - European Food Safety Authority – recomienda ingerir 0,8 gramos de proteínas por kilo de peso corporal ya que estos aminoácidos resultan cruciales para el correcto funcionamiento del organismo. Además, sus propiedades saciantes debido a su lenta digestión ayudan a mantener el apetito a raya durante más tiempo.

Los horarios son los principales damnificados en la época estival y la cena es una de las comidas que más repercusión tiene en el aumento de peso y es que, un estudio de la Escuela de Medicina Perelman (Pensilvania) asegura que retrasar la última comida del día aumenta la cantidad de glucosa en sangre. Si a este mal hábito se le une la creencia popular de que la mejor opción ligera a esas horas es la fruta, la báscula lo notará aún más ya que se descompensará la dieta al aumentar la ingesta de azúcar. ¿La mejor alternativa? Una combinación de proteína magra y verduras.

5. Cenar muy tarde

No es raro que los días en la playa o la piscina se alarguen y regresemos a casa a la noche... y hambrientas. Pero cenar tarde es uno de los peores hábitos de nuestra cultura cuando queremos perder peso ya que, como demostró un estudio de la Universidad Johns Hopkins, las personas que hacen la última comida del día 5 horas antes de acostarse están más delgadas que quienes lo hacen justo antes. La solución a este error es tan sencilla como llevarte una ensalada u otra cena ligera si intuyes que el plan se puede alargar y evitar así el hambre que te lleva a comer mal y más de lo necesario cuando vuelves a casa.