ESTE SÁBADO TURÍN ACOGE LA FINAL EN LA QUE CHANEL TERRERO REPRESENTA A ESPAÑA

Analizamos el fenómeno Eurovisión que sigue vigente 66 años después: los expertos hablan

Un periodista, un sociólogo y un eurofan nos dan las claves del éxito de este concurso musical

Por Belén Nava M., Ana Toro

Han pasado 66 años desde que se celebró por primera vez Eurovisión y la expectación que genera sigue intacta en cada una de las ediciones, como en la actual, cuya final tiene lugar este sábado en Turín con Chanel Terrero como representante española. El festival se ha convertido en todo un fenómeno de masas que sigue vigente e incluso crece con el paso del tiempo. El formato y la mecánica apenas han cambiado desde aquel histórico 24 de mayo de 1956 que Lugano vio nacer este hito con tan solo siete países participantes, pero el interés que despierta sigue siendo el mismo. Analizamos con un periodista, un eurofan y un sociólogo el impacto y la repercusión que tiene este concurso y descubrimos gracias a estos expertos las claves para que cada primavera el mundo entero se vuelque en este certamen musical.  

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Las características que hacen que Eurovisión esté siempre de moda

El sociólogo Javier Santoro considera que el concurso sigue triunfando gracias a la suma de diferentes ingredientes: "Es fácil de consumir, evoluciona en el tiempo, tiene buen apoyo mediático, tiene un componente de competencia entre naciones que siempre une, y las personas que lo ven lo hacen de una forma activa". Destaca además otros atractivos sociales como "quedar con los amigos para verlo, hablar de las anécdotas, discutir sobre quién nos gusta más..". También hace hincapié en la reinvención puesto que ha pasado de ser "un concurso de cantar a ser un espectáculo que va sobre mucho más que música". Por su parte, el eurofan Miguel León Blázquez resume así el secreto por el que este certamen sigue teniendo éxito sin importar el tiempo que pase: "Hay un dicho que afirma que sin música no podemos vivir. Eurovisión es música y por eso Eurovisión nunca morirá". Él lleva asistiendo a cada uno de los festival desde 2001 y lo califica como un evento sagrado en su agenda.   

La llegada de las nuevas tecnologías

La esencia se mantiene intacta desde el primer certamen, pero poco a poco se han ido introduciendo novedades. La más relevante es la llegada de las nuevas tecnologías que han permitido crear la versión 2.0 de Eurovisión. De esta evolución ha sido testigo el periodista José Ramón Pardo, experto en música, con una dilatada carrera tanto en radio como en prensa escrita y autor de varios libros. "Hoy en día llegamos a Eurovisión con información y conocimiento de lo que hacen los demás y el estilo que tienen, pero al principio llegábamos sin saber", ha explicado. Remontándose a las primeras participaciones de España, recuerda que "partía de cero para escribir las crónicas desde que empezaba el programa".

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Sitúa el gran cambio con la llegada de los videoclips ya que permitió conocer las canciones participantes con antelación, marcando de esta manera un antes y un después. "Eso cambió mucho", sostiene. José Ramón cuenta que hasta ese momento había una norma que indicaba que dos meses antes de Eurovisión los países tenían que poner las canciones rivales. ¿El hándicap? Los artistas no podían mandar su tema por todo el mundo sino que tenían que ir a los diferentes países participantes a actuar para dar a conocer su propuesta.

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El regreso del Benidorm Fest

Javier Santoro cree que la incursión del Benidorm Fest ayuda a entender por qué el éxito de Eurovisión aumenta en nuestro país. "España ha ido variando en su formato y el Benidorm Fest resulta un formato más real, cercano y espectacular. Además, tiene un elemento de nostalgia ya que grandes nombres salieron del Festival de Benidorm", apunta. Recuerda en este punto que en 1968, en su décima edición,  el NO-DO relataba quién había ganado:  "Un muchacho que iba para futbolista pero al que un accidente dejó en la estacada. Y ahora es abogado y autor de canciones". Era Julio Iglesias con la ya mítica La vida sigue igual.

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El impacto de las redes

Actualmente, las redes sociales tienen un papel destacado en Eurovisión porque, según el citado sociólogo, es "agradable y estimulante" compartir conocimientos con personas afines cuyas vidas no conoces "porque nos gusta pertenecer a comunidades que fortalecen y alimentan nuestra identidad". También promueve la difusión del acto dándole "una visibilidad extraordinaria" que traspasa fronteras. Años atrás solo se veía lo que se emitía en la televisión pública, pero ahora está al alcance de todos y hay contenido exclusivo de semifinales, entrevistas, merchandising, ensayos previos... Además, considera que los memes son otro factor a tener en cuenta. "Miles de personas envían memes al respecto lo cual fomenta la popularidad del evento". 

Miguel considera que gracias a las redes Eurovisión llega a un público más joven y permite conocer todas las novedades sin necesidad de tener una televisión cerca: "Los que mueven todo son los colectivos como O.G.A.E (el club internacional de fans del festival". Para formar parte de esta agrupación hay que pagar una cuota anual y ellos ofrecen entradas para semifinales y final entre los afiliados, teniendo prioridad los veteranos. 

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José Ramón Pardo, por su parte, destaca que esa universalización de los contenidos de Eurovisión da mucha información, pero considera que hay aspectos más controvertidos como el televoto. "El invento del voto por teléfono, no poder votar a tu país desde tu país, hace que salgan ganando los países con mucha inmigración. Eso ha deformado los gustos", opina. Como ejemplo pone el año que Alemania quedó octava con un millón de votos y Suiza en el puesto 36 con medio millón mientras que Ucrania venció con 4.300 votos.

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El fenómeno fan

El festival de Eurovisión y los representantes de cada país que acuden anualmente al certamen tienen una legión de seguidores frente a otros concursos musicales que generan menos fanatismo a pesar de colarse a través de nuestros televisores con más frecuencia. Javier Santoro cree que la explicación a esto es que "los eurofans sienten que no valoran sólo la canción sino también vestuario, estilo, lo que hay detrás, qué les ha llevado a componer esa canción, cómo va a ser el escenario, los presentadores... Incluso se ven las preselecciones de los otros países". Estos elementos, opina, ayudan al fanatismo por encima de otros concursos. 

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Para Miguel León, que viaja por todo el mundo para presenciar la final de Eurovisión, es un sueño estar al lado de los artistas. Además, dice que hace años la mecánica favorecía más la unión de los artistas y sus seguidores y recuerda la edición que Rosa López fue nuestra candidata en pleno boom por Operación Triunfo. "En aquel tiempo el acercamiento de los cantantes con los fans y la prensa era mucho más natural. Había fiestas donde acudían los países participantes y los que estábamos acreditados podíamos disfrutar de unos maravillosos espectáculos con comidas típicas del país y de la agradable compañía de la mayoría de los cantantes".

Un punto de inflexión para los candidatos

Para todos los artistas, participar en Eurovisión es un escaparate único. Para algunos es un trampolín que cambia sus vidas y son recordados siempre, mientras que otros no tienen la misma suerte. El sociólogo Javier Santoro cree que los requisitos de los "inolvidables" son tres: "haber ganado, haber quedado el último o haber sido extravagante". Y precisamente sobre las cualidades de la actual representante española y su propuesta musical se pronuncia José Ramón Pardo. "Vi el festival de Benidorm y pensé desde el principio que esa era la canción que tenía que ir", dice sobre Chanel Terrero. "Es el primer año que España aprovecha el tirón de los ritmos latinos", pero cree que el ganador de esta edición va a ser Ucrania por razones sentimentales.

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