Su objetivo es tomar las riendas de su vida

El duro testimonio de Britney Spears en su ansiado deseo de recuperar la libertad tras más de una década bajo tutela paterna

Sus palabras ante el juez y un mensaje posterior en el que reitera que durante años no ha sido honesta sobre su realidad sacan a la luz la complicada situación de la artista

por hola.com
Britney Spears

Tener libertad, ese es el firme deseo que tiene Britney Spears. Después de trece años tutelada legalmente por su padre, la intérprete de temas tan populares como Ups! I did it again, Toxic, Womanizer o Baby One More Time, entre otros, quiere tomar nuevamente las riendas de su vida y no ser "la esclava de nadie". Tal y como esta misma semana explicaba ante el juez, le gustaría tomar decisiones como ser madre de nuevo junto a Sam Asghari, su pilar fundamental desde que empezaron a salir en 2016. También se siente preparada para gestionar el dinero que ha logrado tras décadas de incansable trabajo y que actualmente se usa para pagar a aquellos que la controlan y no la dejan gestionar su vida. Tras sincerarse con la justicia, ahora lo ha hecho también con sus seguidores, quienes la apoyan incondicionalmente e incluso han puesto en marcha un movimiento llamado Free Britney.

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“Quiero contaros un pequeño secreto. Considero que todos queremos vivir en un cuento de hadas y, por la manera en la que yo me he presentado en mis publicaciones, mi vida parece bastante impresionante”, ha comenzado a decir. “No quiero que la gente piense que mi vida es perfecta porque no lo es para nada. Si han leído sobre mí en las noticias esta semana, sabrán de sobra que no lo es", añade. Britney explica que la avergonzaba mostrar la realidad y lo que le ocurría, que no lo hacía tratando de mantener un cierto orgullo y que realmente era algo que la ayudaba a seguir adelante. “Aparentar que estaba bien fue de ayuda” comenta. “Siento que Instagram me ha ayudado a tener una plataforma genial para compartir mi presencia... existencia... y simplemente sentir que importo a pesar de lo que estaba pasando y bueno... funcionó”. Más de un millón doscientas mil personas han reaccionado a estas palabras, un simple pinchazo con el que han dejado claro que no tiene por qué pedir disculpas y que aman igualmente sus imperfecciones.

El testimonio de la cantante de 39 años (cumplirá 40 el próximo septiembre) era el más esperado en el caso que la enfrenta a su padre Jamie y lo que contó no dejó indiferente. Frases como “No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enfadada y deprimida. Lloro todos los días” conmovieron al juez, igual que el hecho de que no se le permita prescindir de un método que le impide ser madre de nuevo (con Kevin Federline tuvo a Sean, de 15 años, y Jayden, de 14). Igualmente impactante fue cuando explicó que no la dejan controlar sus finanzas. Su padre respondió a estas contundentes palabras diciendo que “la quiere y lamenta verla sufrir”, pero no ha dado ningún paso (al menos de momento) para poner fin a la situación que está marcando su vida. Su madre Lynne, por su parte, también aseguró, a través de su abogada, que está muy preocupada por su hija y manifestó ante el juez que la apoya en sus deseos de retomar el control sobre sus asuntos. 

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Tocar fondo y renacer

La tutela de Jamie sobre su hija comenzó en 2008 después de un controvertido episodio público antes las cámaras que la hizo tocar fondo. En 2007 ingresa por primera vez en un centro de rehabilitación, en el que permaneció apenas 24 horas, abandono tras el que se rapó al cero y lanzó paragüazos a los paparazzi, en una imagen que quedará para siempre en el recuerdo colectivo. Su estado no parecía mejorar: errores en sus actuaciones en directo y controvertidos videoclips que confirmaban que no atravesaba su mejor momento. La constatación de que su situación era complicada llegó cuando le fue retirada la custodia de los dos hijos, Sean y Jayden, que tuvo con el bailarín Kevin Federline (se separaron en ese mismo año). Tras ingresar en un centro psiquiátrico, el juez dictaminó que quedara bajo la tutela legal de su padre y su abogado, que se harían con el control de su fortuna y poco a poco de su vida entera.

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Después de un tiempo, la que fue ídolo adolescente comienza a recomponer los pedazos de lo que es y va retomando su trabajo, lo que la hace considerar que ha llegado el momento de librarse de la tutela paterna. Sus actuaciones empiezan a ser cada vez menos frecuentes (actuaba dos veces por semana en Las Vegas), aunque el apoyo de quienes corean sus canciones no hace más que aumentar. También ellos quieren que sea libre, aunque la lucha judicial no da resultados positivos. Parece que la personal tampoco la deja tranquila, pues en 2019, Britney tiene que lidiar con la ansiedad que le provoca que su padre Jamie esté enfermo aunque, paradojas de la vida, es entonces cuando puede celebrar una pequeña victoria: su padre tiene que ceder el control y le permiten a ella escoger su sustituto. A finales de 2020, la jueza Brenda Penny accede a nombrar al fondo privado Bessemer Trust, una firma de asesoría de inversiones y gestión patrimonial elegida por la intérprete unos meses antes, co-tutor permanente de su patrimonio junto con Jamie Spears. Su padre no podrá tomar ninguna decisión financiera sin consultarla con ellos, algo que supone un pequeño balón de oxígeno en un proceso legal que sigue sin decidirse a favor de la artista. Aunque Jamie recurrió esta decisión para hacerse de nuevo con el control en solitario, no ha tenido éxito. Tanto para Britney.

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Un documento que invita a la reflexión

El caso de Spears, tras años de lucha “silenciosa”, salta de nuevo a los titulares en 2021 tras la emisión del documental Framing Britney Spears, en el que se pone de relieve el papel de los medios de comunicación a la hora de abordar la enfermedad mental (se destaca en este sentido el caso de Britney poniendo el acentro en el férreo control al que ha sido sometida). El debate incluso llegó al Congreso de Estados Unidos, cuando dos diputados llamaron la atención sobre el asunto, pidiendo una audiencia para discutir el hecho de que muchos estadounidenses se vean privados de libertad para manejar sus asuntos y poniendo de ejemplo, no lo hay mejor en este caso, a Spears.

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Ella advirtió a quienes vieron el documental que no siempre se ha reflejado la realidad de sus vivencias, eclipsada por la fama. “Recordad que lo que pensamos que sabemos acerca de la vida de una persona no es nada comparado con lo que está viviendo realmente tras los focos” aseguraba. Tal es la determinación de la artista para recuperar las riendas de su vida que no volverá a pisar un escenario hasta no hacerse cargo ella misma de sus decisiones, pues, asegura, tiene miedo a su padre. Quizá ahora lo sienta menos al haberse liberado por fin de las cadenas que retenían su verdad, al comprobar que puede ser honesta sin ser juzgada y comprobar que la sinceridad, aunque sea cruda, remueve conciencias.

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