Hace un año, Francisco Rivera sufrió en Huesca la cogida más grave que ha tenido en los ruedos. Una cornada en el abdomen que coincidió con los últimos días de embarazo de Lourdes Montes. La pequeña Carmen nacía en Sevilla tan solo nueve días después. Este viernes, el torero ha vuelto a Huesca para afrontar un compromiso taurino, una cita importante en la que ha estado acompañado por su mujer.
Antes de la corrida, Francisco quiso mostrar su agradecimiento por su recuperación y visitó el Santuario de Loreto, lugar del nacimiento de San Lorenzo, patrón de la ciudad. Allí, fue nombrado embajador honorífico de la asociación Huesca Cuna de San Lorenzo ante la atenta mirada de su mujer. Desde que sufrió la cornada hace un año, el diestro ha mostrado su fervor por San Lorenzo, así que no quiso perder la oportunidad de visitar esta ermita.
Además, recibió como regalo un diploma acreditativo, un pañuelo dedicado que no dudó en ponerse al cuello y fotografiarse con diversos miembros de la asociación y una estampada de San Lorenzo, entre otros obsequios. “Quedamos eternamente agradecidos a Francisco Rivera”, aseguraba la asociación en su Facebook.
Horas más tarde, el torero se enfrentaba al toro en la plaza. Una tarde muy distinta a la del 10 de agosto del año pasado. Antes de que saliera al ruedo, su mujer quiso animarle a través de las redes. “Toda la suerte del mundo parar esta tarde, eres el mejor”, publicaba. Esta vez salió a hombros por la puerta grande y cortó dos orejas. “Bonito día ayer”, aseguraba en Twitter. En esta cita, estuvo acompañado por su hermano Cayetano Rivera, quien también toreó. El diestro José Garrido completaba el cartel de la Feria Taurina de San Lorenzo.
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En declaraciones al Heraldo de Aragón, Francisco ha señalado que este regreso le ha traído “sensaciones enfrentadas porque las buenas priman sobre las malas. Soy de los que no les gusta recordar los malos momentos, y solo tengo ganas de disfrutar de esta maravillosa plaza y su público”. Además, añadía que desde aquella cornada en Huesca intenta “disfrutar de cada instante, de esas cosas que a veces olvidamos y tienen muchísima importancia. Cada beso que me dan mis hijas es un tesoro; también los de mi mujer; las charlas con los amigos... Tenemos que ser conscientes de que hoy estamos aquí y mañana puede acabar todo”.
