Esther Arroyo deja atrás los malos momentos y recupera la sonrisa

Hace pocos días se conoció la sentencia por el grave accidente de tráfico que sufrió hace seis años

Por hola.com

La vida de Esther Arroyo dio un vuelco hace seis años. Las secuelas que le quedaron tras el accidente de tráfico en el que se vio involucrada entonces la apartaron de su profesión, lo que le provocó además graves problemas económicos. La resolución del juicio por dicho accidente se ha prolongado durante este tiempo y hace apenas unos días se conoció la sentencia, según la que Esther recibirá 463.726 euros de indemnización.

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El proceso ha finalizado y Esther ya puede dejar atrás una época que sólo le ha traído preocupación y momentos tristes. Estos días ha disfrutado de la playa y de la buena temperatura que había en la Costa del Sol junto a su marido Antonio Navajas y algunos amigos. Relajada y muy sonriente, parece que Esther va dejando atrás esta mala racha para centrarse en lo importante, que es seguir adelante. Se la vio feliz, compartiendo un rato en la playa en el que no faltaron los juegos con una especie de cuerdas en cuyos extremos había unas pelotas de colores y que la artista hacía girar.

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Los seis años de espera de Esther Arroyo

El siniestro se produjo el 10 de octubre de 2008 en la carretera N-340, a unos diez kilómetros de la localidad gaditana de Vejer de la Frontera, cuando el conductor de una furgoneta perdió el control de su vehículo y se quedó cruzado en la vía, lo que provocó el choque frontal con el monovolumen que conducía el marido de Esther Arroyo. A consecuencia del siniestro falleció uno de los amigos que viajaba en el monovolumen y resultaron heridas Ana Torroja, Esther y otras tres personas.

Esther Arroyo fue intervenida quirúrgicamente en varias ocasiones por fractura abierta de la tibia y el peroné y otras lesiones. Entre las secuelas de la que fuera Miss España figura estrés postraumático y una leve cojera que la incapacitan para su trabajo habitual. En declaraciones a la revista ¡HOLA!, en febrero de 2013, Esther explicó las graves consecuencias económicas que había tenido para ella este suceso (ella no pudo volver a trabajar y su marido estuvo también dos años sin hacerlo): “Nosotros nos hemos arruinado, hemos tenido que vender nuestra casa y hemos llegado a estar sin luz. Se me han secado las lágrimas de tanto llorar”.