La apasionante historia de la española que conquistó con su moda infantil a la alta sociedad de Jordania

Loli Sariñena vivió un cuento de hadas al convertirse en poco tiempo y sin esperarlo en la diseñadora de ropa para niños preferida de la jet set de Amán

Por hola.com

Cuando vivía en su Zaragoza natal, hace más de veinte años, nadie hubiera podido hacerla creer que llegaría tan lejos. Loli Sariñena, española natural del barrio zaragozano de la Magdalena, ha protagonizado una historia digna de película. Se casó muy joven con un aragonés, un matrimonio que califica de “horrible” y que terminó en anulación. Con 19 años conoció a su actual marido, un jordano emparentado con la Familia Real con el que se casó y tuvo tres hijos. Con él se marchó a vivir a Amán, donde su habilidad para la confección de ropa infantil pronto la convirtió en una de las diseñadoras más famosas de Jordania.

En la capital jordana vivió durante más de dos décadas. Al principio pasaba el tiempo haciendo vestidos para sus hijos, hasta que familiares y amigos la convencieron para que se dedicara profesionalmente a ello. Así fue como comenzó a vender sus diseños a tiendas de Amán, hasta que un día se vio por televisión: “No me lo podía creer”, confiesa. Las familias de la alta sociedad jordana comenzaron a hacerle encargos y la reina Rania le compró un vestido. Su popularidad llegó a tal extremo que incluso llegó a tener su propia escolta.

Los más prestigiosos certámenes de Jordania la invitaban para que presentara sus creaciones, y las tiendas de lujo se la rifaban para poder contar con su talento. Todo ello gracias, en parte, a que las telas que utilizaba eran españolas, lo que convencía a sus clientes para no tener que viajar a España o a Italia para hacerse con vestidos de corte occidental. Circunstancias familiares la obligaron a regresar a su país hace ocho años, quedándose su marido en Jordania, pero ella aún recibe encargos de las más altas instancias árabes y jordanas. Ahora Loli prepara una colección de vestidos que quiere subastar para ayudar a la causa palestina, y hola.com ha tenido la oportunidad de hablar con ella.

- Loli, ¿cómo llegó a conocer a su marido, siendo él de Jordania?
- Porque estudió la especialidad en Zaragoza. Es urólogo, una bellísima persona. Tuvimos tres hijos, los dos primeros en Zaragoza, y después nos fuimos a Jordania para que yo conociese a su familia, pero nos volvimos porque él tenía que hacer la especialidad para poder ejercer como médico allí.

- ¿Qué parentesco tiene su marido con la Familia Real de Jordania?
- La hija de su hermana se casó con un sobrino carnal del Rey. Y claro, de alguna manera entras en ese círculo. Es una familia de la alta sociedad. La gente rica en Jordania es muy rica.

- Ahora están separados…
- Estamos separados por la distancia, pero seguimos casados. Lo que sucede es que mis hijos no quieren vivir en Jordania. Quieren estudiar en España. La pequeña tiene 18 años y no quiero dejarla sola aquí.

- ¿Y no piensan volver a reunirse?
- De momento no porque él tiene que mantener a una familia y sólo puede hacerlo desde allí. Vino a España, pero no tuvo suerte y tuvo que volverse. Cuando él estudió aquí todavía no exigían el MIR, y ahora sí. Y claro, él ya no está en condiciones de hacerlo. Y yo de España ya no me voy.

- ¿Cuánto tiempo estuvo viviendo en Jordania?
- Veintidós años. Estaba muy metida en la vida social jordana. De hecho recibí al presidente José María Aznar en la embajada española cuando estuvo allí.

- ¿Es cierto que llevaba escolta?
- Sí, porque mi marido es un médico muy prestigioso en Jordania y cuando llegábamos en avión por ejemplo ya nos ponían un escolta que nos llevaba las maletas y nos recogía los pasaportes. Nosotros no pedíamos escolta, porque somos personas humildes y a mi marido no le gustaba ni siquiera que tuviésemos chófer, pero por su rango se lo ponían. No siempre tuvimos escolta, sólo en algunas ocasiones.

- Tengo entendido que en Jordania conservó su forma de vida y no dejó de vestir como una europea…
- Totalmente, por supuesto. Yo era muy moderna.

- ¿Y eso no le puso obstáculos a la hora de abrirse un hueco allí, teniendo en cuenta que es una sociedad donde la mujer pasa siempre a un segundo plano?
- Para nada. Porque puedes seducir pero sin enseñar. Además yo dejé muy claro desde el principio que era española.

- ¿Y no la miraban mal?
- No, porque yo no les dejaba. Cada persona debe tener respeto y educación. Mi marido es musulmán porque nació en Palestina y yo soy cristiana porque nací en Zaragoza. Yo me casé con mi marido, no con Alá. Allí por ejemplo no me ponía una cruz como me la pongo aquí, por respeto. Para que te respeten, tienes que respetar.

- ¿Y qué costumbres mantuvo allí?
- Me iba a la piscina, por ejemplo. Tenía una muchacha y nunca le decía donde iba. Mis hijos estaban en el colegio y le decía al chófer: ‘Quiero ir al Mar Muerto a tomar el sol en bikini’. Mi marido respetaba mis costumbres y yo las suyas, por ejemplo cuando se iba a la mezquita a rezar.

- ¿Y nadie le decía nada cuando se ponía a tomar el sol en bikini?
- Es que estaba en una zona privilegiada. No me iba a ir a un hotel para ponerme con las que van con todo tapado, porque hubiera sido peor. Tampoco me iba a bañar con un vestido, porque te metes al agua y cuando sales se te transparenta todo. El bikini está hecho para tomar el sol, no el vestido. Es así.

- ¿Entonces hay tolerancia en Jordania hacia las personas que son de otra religión distinta a la musulmana?
- Depende de la persona. Yo no me meto con nadie, pero tampoco dejo que nadie se meta conmigo. Por eso lo primero que hice fue poner los puntos sobre las íes.

- ¿Y se creó enemistades por eso?
- Al contrario, me adoraban. También es verdad que yo hago las cosas con el corazón, y cuando haces cosas buenas y bonitas te ves recompensada. Pero yo no hacía las cosas bien para recibir. De hecho a muchas personas que no podían pagarme los vestidos no les cobraba nada. Incluso si me dicen ahora de organizar algo para recaudar dinero, regalaría vestidos míos con mucho gusto. Prefiero dar a que me den, de hecho me llaman ‘malempleada’ por no aprovechar mejor mi talento.

- ¿Qué opinión tienen los jordanos de los españoles?
- Nos adoran, nos quieren con locura. Además cuando iba a Palestina, me hablaban español. Los judíos hablan español como podemos hablar nosotros, lo que me hizo las cosas más cómodas porque al principio yo no hablaba árabe, aunque aprendí el idioma en dos meses. Muy rápido.

- ¿Alguna vez aprovechó su posición privilegiada de alguna manera?
- Ayudé a una niña de 17 años de Sri Lanka que estaba en Amán y estaba siendo maltratada. Cuando me enteré de su historia me prometí que la ayudaría, aunque me costase no poder hacer un desfile. Me fui a una comisaría, donde no pueden entrar mujeres, acompañada por mi chófer. Sólo quería salvar a la niña, y lo conseguí presentándome como pariente de la Familia Real.

- ¿Cuándo empezó a diseñar?
- En Jordania. Empecé haciendo vestiditos para mi hija y la gente en la embajada o personas de la alta sociedad me preguntaban dónde compraba la ropa de mi niña. Cuando les decía que la hacía yo no se lo podían creer. Empezaron a convencerme para que me dedicara a ello profesionalmente y así es como empecé a diseñar.

- Vamos, que lo que comenzó como una afición acabó convirtiéndose en profesión…
- Exacto. Llegué a presentar mis colecciones en pasarelas equivalentes a las de Cibeles o Gaudí españolas. Fue como vivir un cuento de hadas.

- ¿Cómo entró en contacto con la reina Rania?
El contacto se produjo porque mi marido es un urólogo muy prestigioso allí y la ginecóloga que la trataba era muy íntima amiga mía y trabajaba con mi marido en el hospital. Ella se casó con un médico muy amigo de mi marido que es cuñado de una hija del rey Hussein. Y ella siempre estaba con esa familia. Cuando se iba a casar Rania, que todavía era princesa, mi amiga me dijo que me iban a llamar de palacio, y a los dos días me llamó Rania para decirme que quería venir a mi casa. Vino con una amiga y estuvo sentada a mi lado. Quería que yo hiciese los trajes de los niños para su boda, pero al final la cosa no salió porque una tía suya se metió por medio.

- ¿Llegaron a tener una relación de confianza?
- No, es muy simpática pero una relación de confianza no llegamos a tener. Cuando le hice un vestido a la princesa Somaya sí que estuve en palacio y fue la propia Rania, que estaba a dos semanas de dar a luz, la que nos atendió a mi amiga y a mí y nos sirvió el café. En otra ocasión la invité a un pase de modelos y me compró un vestido, pero después no nos hemos vuelto a ver.

- ¿La reina Rania sabía que usted era española? ¿Hablaban de España?
- Sí, sí. Claro. Ella hablaba mucho de España. Yo le contaba cosas de Zaragoza, porque yo deseaba volver a mi país. Era muy feliz allí, se me pasaban los días volando porque me hacían muchos encargos… pero por las noches soñaba con regresar a España.

- Además de Rania, ¿qué otros clientes de la alta sociedad tenía?
- Muchos. El Rey de Arabia Saudí por ejemplo, al que llegué a través del marido de una amiga mía que trabajaba para él. A la princesa Somaya le hice un faldón, también conocí a la cuñada del rey Abdalá… Una vez en Amán, expusieron mis vestidos en una tienda y un sultán egipcio se encaprichó de uno para su hija, pero no era de su talla y le tuve que hacer una réplica exacta en dos horas porque se marchaba ese día. Me pagó una burrada y con ese dinero me saqué un billete y me vine a España.

- ¿Qué tipo de vestidos era los que más la encargaban?
- Tuve la suerte de que me daban mucha libertad, aunque a mí me gustaba tomar alguna idea. Empezaba a hacer el vestido sin saber cómo iba a quedar, y al final salía mejor de lo que ellos querían y se quedaban encantados. También me pasa en España. Eso es lo que más feliz me puede hacer. Lo que no me gusta es repetir el mismo vestido. Soy como los pintores, que no quieren repetir la misma obra. Y si tengo que gastarme más para que quede bien, me lo gasto. Muchos clientes me dejaban poner el precio y llegué a ganar grandes sumas de dinero, pero me lo gastaba todo en telas.

- ¿Ni siquiera se guardaba algo para sus propia ropa?
- Yo es que soy muy fácil de vestir porque no estoy gorda y tengo una talla pequeña. Además soy muy juvenil vistiendo. Voy con minifalda… soy muy moderna y me gusta arreglarme.

- ¿Por qué las telas que usaba eran españolas?
- Eran de Zaragoza. Todo lo que usaba era de aquí. La máquina para coser, todo. Yo quería que fueran españolas y de calidad, auténticas en todos los sentidos. Como si el vestido lo hubiesen comprado aquí. Me pagaban la mitad cuando me hacían el encargo, para yo poder comprar los materiales, y la otra mitad cuando les daba el vestido.

- ¿Y de dónde sacaba las ideas para los trajes?
- No me lo preguntes, porque no lo sé. Yo me acostaba por la noche y al día siguiente hacía el vestido. Me pasa ahora también, y eso que no me enseñaron ni a coser, ni a cortar, ni a bordar… a nada. He aprendido sola, y aprendo una cosa nueva cada día.

- ¿Sólo diseña moda infantil?
- Sí, sólo moda infantil. Las pasadas Navidades hice ropita para unas muñecas que quería regalar a unas niñas y todo el mundo se quedó fascinado. Pero es mucho más difícil que hacerle un vestido a una muñeca que a una niña.

- ¿Y trabaja más con niñas o con niños?
- Lógicamente más con niñas, porque para niños hay poco diseño. Si tengo que hacer para niños lo hago, pero a ellos suelo hacerles trajes para eventos como bodas o comuniones. En Jordania hacía trajes a los niños para el Ramadán, que tienen que ir vestidos de forma especial. Además en los pases de modelos siempre tiene que haber para niño y para niña.

- ¿En qué ha cambiado lo que pide la gente desde que empezó a diseñar?
- Ahora quieren vestidos más sencillos. No como antes, que eran muy repujados. A mí me gusta una cosa intermedia. Yo ahora veo a las niñas que van de comunión y parecen novias. La gente no tiene término medio.

- ¿Nunca ha tenido ofertas de trabajo en España?
- No. Tuve una tienda pero estaba yo sola y no podía hacerme cargo de todo. Necesitaría un socio que me ayudase a poner un negocio, pero tendría que ser alguien en quien yo confiase. Una vez me lo ofrecieron pero me di cuenta que lo que quería esa persona era aprovecharse de mí. Me encantaría encontrar a alguien que me propusiese abrir una tienda, pero si no sucede me conformo con lo que tengo. No necesito riquezas.

- ¿Y aquí en España ha conocido a gente famosa?
- Tuve oportunidad de conocer en persona a los reyes Juan Carlos y Sofía cuando vinieron a la embajada española de Jordania, y mis hijos también. Al Príncipe no lo conozco, pero es íntimo amigo de mis sobrinos. También conocí a Ana Botella cuando Aznar era presidente. Me dijo que tenía que organizar un desfile para mostrar mis diseños. Pero claro, luego te dejas de ver y son cosas que se quedan en el aire.

- ¿En qué trabaja ahora?
- Tengo encargos para la alta sociedad de Jordania. Hace cosa de un mes que salí en televisión y me localizaron, me dijeron que una familia iba a tener un niño y me estaban buscando porque quieren que sea yo la que les haga la ropa. Además hay tiendas que me buscan para que les haga vestidos.

- ¿Para qué niño o niña famosa le gustaría diseñar ropa?
- Para todos, a mí me gustan mucho todos los niños. No tengo favoritos.