Antes de invertir, conviene conocer exactamente el contrato con el banco

Los españoles pecamos de ingenuos con las entidades financieras y a veces vemos defraudados por los bancos

Por hola.com

Por la OCU
Exigimos muy poco. Como inversores, los españoles somos cortos de miras y demasiado confiados en nuestro banco de siempre. Nos hacemos clientes del banco que nos queda más cerca de casa, sea como sea. Además, invertimos poco y mal, y es que la obsesión por la ausencia de riesgo nos paraliza.

Hacer que el dinero rente exige un pequeño esfuerzo. Hay que informarse, dedicar algún tiempo a escoger… pero los españoles tenemos poca cultura en este sentido. Nuestras inversiones financieras son escasas (el 11% de la riqueza nacional, según el Banco de España) y se desatinan a productos tradicionalmente mal gestionados (como los planes de pensiones) o de rentabilidad escasa o nula (como una cuenta corriente vulgar)

Pero al menos existe cierto afán inversor: en la reciente encuesta hecha por la OCU sobre hábitos económicos, la mitad de los casi 3.800 encuestados reconocía invertir en algún producto y el porcentaje subía al 60% entre nuestros socios. Además, dos tercios tienen la esperanza de ahorrar con acierto. El problema es que la información no siempre es tan clara como debiera, según seis de cada diez.

Hay productos que decepcionan
A juzgar por la encuesta, los españoles escogemos banco por razones ajenas a la calidad del servicio ofrecido: la cercanía al domicilio, la recomendación de un familiar o los regalos promocionales suelen guiar nuestra atención. Si después permanecemos fieles, no es por la rentabilidad sino porque confiamos en el personal de nuestra sucursal: para casi la mitad de los encuestados la principal fuente de información sobre asuntos financieros es su interlocutor habitual del banco; los socios de la OCU, sin embargo, se muestran más desconfiados, ya que apenas un tercio opina así.

Los encuestados no siempre están contentos con el balance entre información proporcionada y rentabilidad obtenida. Esto es particularmente cierto con productos de riesgo como las acciones, los warrants y los derivados, aunque también atañe a productos como la renta fija (se puede perder dinero) o los fondos garantizados.

Compruebe lo que pasa usted mismo
No hace falta ser un experto financiero para saber que los productos adecuados para una persona adinerada con toda la vida por delante quizás no valgan para un trabajador con rentas modestas a punto de jubilarse.

Sin embargo, es típico de las entidades financieras saltarse las normas básicas que han de guiar una buena estrategia de inversión e ignorar el plazo, el riesgo, la necesidad de diversificar, la fiscalidad y las restantes inversiones que pueda tener el cliente. Tampoco es raro que la misma persona que aconseja un producto lo desconozca en todos sus detalles.

Inverban: riesgo a sabiendas
La sociedad de valores Inverban, de la que eran partícipes Caja Madrid y La Caixa, recomendó a un grupo de inversores que deseaba huir de cualquier riesgo la compra de pagarés a un año de la empresa Prima Inmobiliaria. Lo sorprendente es que esta empresa atravesaba una situación difícil, bien conocida por ambas cajas, que le habían hecho préstamos millonarios. Prima quebró al poco tiempo y los rendimientos prometidos se esfumaron. Los inversores demandaron a Inverban y finalmente su razón fue reconocida por el Tribunal Supremo, para quien el asesoramiento se prestó de modo descuidado y a la ligera.

Caja Madrid: caso omiso al cliente
En 1999, una mujer depositó 42.000 euros en un depósito a plazo fijo al 3% de Caja Madrid, con el deseo expreso de evitar riesgos. Pero el director de la sucursal la convenció para cambiar el destino de su dinero a una emisión de participadores preferentes, con el argumento de que vería aumentar su rentabilidad al 5,15%. Se guardó el pequeño detalle de que era una inversión en la que podía perderse dinero, como de hecho, como de hecho ocurrió: casi 5.300 euros en apenas un año. La clienta demandó al banco y obtuvo la razón, más una indemnización por daños y perjuicios: según el Juzgado de Primera instancia número 15 de Palma de Mallorca, se desoyeron sus deseos y, además, se actuó de un modo contrario a la buena fe, al omitirse información esencial.

Merril Lynch: demasiadas libertades
Un hombre confió al banco norteamericano Merril Lynch una parte sustancial de su patrimonio y del de su madre (640.000 y 240.000 euros respectivamente). El banco propuso una gestión conservadora con la que pensaba obtener un rendimiento aproximado del 8%. Pero las cosas se torcieron en pocos meses: en el año 2000 sobrevino una crisis de la bolsa y las pérdidas fueron haciéndose más y más cuantiosas. Cuando su fortuna ya había menguado un 22% y la de su madre aún más, este hombre comenzó a indagar en lo que se hacía con su dinero.

Merril Lynch estaba invirtiendo imprudentemente, en valores de riesgo y sin recabar su consentimiento previo. Finalmente, la Audiencia Provincial de Asturias puso las cosas en su sitio: obligó a Merril Lynch a indemnizar a sus clientes con más de 30.000 euros y a pagar los acerca de 50.000 euros de costas judiciales. Además, declaró abusivas cláusulas del contrato de gestión, como la que pretendía librar al banco de responsabilidades y obligar a los clientes a dirimir cualquier diferencia en Estados Unidos.

IberCaja: a ver si cuela
Otro de nuestros protagonistas tenía 9.000 euros en un fondo de obligaciones a corto plazo que le rentaba desde hacía mucho tiempo un 2% anual. Preguntó a IberCaja si había algún producto igual de seguro con el que pudiera obtener una rentabilidad superior y le recomendaron un seguro de ahorro con el que iba a ganar un 3,5% en los seis primeros meses a partir de los cuales el rendimiento sería revisado. Si después estaba descontento, podría recuperar el dinero sin penalizaciones. Este hombre firmó, pero las condiciones recogidas en la letra pequeña no eran exactamente las prometidas: el 3,5% garantizado era el “interés técnico”, del que han de descontarse los gastos, lo que reducía el rendimiento al 2,85%

El consejo más útil: la prudencia
Estos son algunos de los casos de personas que, por desconocimiento o por exceso de confianza, se han visto envueltas en situaciones que no deseaban. El consejo es, pues, comparar las diferentes ofertas de las entidades financieras y consultar cada uno de los puntos del contrato, uno por uno, hasta que seamos plenamente conscientes de los que implica la inversión.

Procure acudir con una idea aproximada de lo que quiere en cuanto a riesgo y rentabilidad, y no firma nada en su primera visita ni ceda a los chollos que no pueden esperar al día siguiente.